Estrógeno en la política local (1)

Karen Cancinos.


Estrógeno y progesterona a mares en esta campaña. ¿Buena cosa? Sí, pero con matices.


José Raúl González escribió una interesante columna en un matutino el martes de esta semana. “Mujeres sin tecomates” era el sugestivo título. Suscribo casi toda esa reflexión, exceptuando una frase que, me parece, es una concesión del columnista al lenguaje políticamente correcto que está en boga. “Sin importar el género…” y seguía.


Eso de “género” es un anglicismo (viene de gender), lo mismo que la horrenda palabreja “empoderamiento” (proveniente del empowerment). Lo que es a mí, no solo no se me da muy bien el inglés, sino que además encuentro muy chocante utilizar vocablos tan espantosamente adaptados, cuando en español existen palabras apropiadas. ¿Qué hay del simple “sexo”? La mitad de la humanidad está constituida por personas de sexo femenino, la otra por personas de sexo masculino, y ya. “Género”, en nuestro idioma, es un fardo de tela. Eso de “estudios de género”, “enfoque de género”, etcétera, es, por decirlo suavemente, un despropósito.


En enero del año que viene, lo más probable es que tengamos los guatemaltecos una vicepresidenta, y si el hado nos es adverso y los jirones de institucionalidad que aún nos quedan acaban por desintegrarse, una presidenta. Como sea, pienso que tanto estrógeno y progesterona en estas elecciones es una buena cosa a primera vista, y también a segunda, pero hay que matizar. No se trata de “mujeres candidatas, automáticamente mejor política”.


Veamos. ¿Sería Roxana Baldetti una vicepresidenta mejor que la mujer que cogobernó con Álvaro Colom hasta hace un mes? Me parece válido plantear esta interrogante, haciendo la acotación de que con “mejor” me refiero a si Baldetti tiene más talla estadista que Sandra Torres, más visión de largo plazo, más serenidad, más refinamiento (no de modales o apariencia, pues a nadie puede pedírsele eso, sino refinamiento de carácter, pues es sabido que el poder tiende a emborrachar y a hacer que la gente pierda contacto con la realidad).


Mi respuesta provisional es: no sé. No puedo afirmar que la candidata del PP sería una mejor vicegobernante que lo que Torres ha sido (ilegítima y espuriamente sí, pero de que cogobernó, cogobernó). A nivel de corrillos, no todo lo que se dice de ella es halagador. A nivel de prensa, tampoco. Parece una mujer de temple, pero Torres también lo es; sin embargo, su colosal ignorancia sobre temas de estado invalida su carácter decidido. Esperemos que Baldetti se haya preocupado por formarse mejor, aunque su comportamiento en el Congreso no dice exactamente eso. La impresión que me da es que los principios le estorban, y que el pragmatismo es su baza. Mala cosa.


Laura Reyes me parece una opción excelente. Sé que Eduardo Suger no es un adalid de la corrección política, de manera que no le pidió que lo acompañara en el binomio presidencial por su colorido vestuario, su discapacidad o por lo que ella llama su poco atractivo aspecto (aseveración de la cual discrepo). Es una jurista con posiciones honestas, y por tanto poco populares. Igual que las otras mencionadas, es una mujer fuerte y con gran capacidad de trabajo.


A Raquel Blandón la conocí hace muchos años, cuando se vestía de negro para hacer campaña por la extinta Democracia Cristiana. Yo era una mocosa que la persiguió cuando llegó a mi pueblo, hasta conseguir que me tomaran una foto con ella. A su participación junto a Manuel Baldizón me referiré la semana que viene.


Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día viernes 24 de junio 2011.