¡Benditas ganancias!



Ramón Parellada.

Se estima, en Guatemala, que la mitad de las pequeñas empresas no sobrevive el primer año de su creación. De las que sobreviven sólo el 10% llega a los 5 años. La tasa de supervivencia de una empresa nueva es muy pequeña y nos confirma que hay muchos factores de riesgo que amenazan a una empresa para que llegue a ser exitosa y sobreviva en el tiempo.

A pesar de estos datos, existe una gran ignorancia económica sobre las ganancias que una empresa obtiene. Se tiene la impresión de que basta con poner una empresa y aparecen las ganancias como por arte de magia.

Las ganancias jamás están dadas. Así como una empresa puede obtener ganancias, igualmente podría obtener pérdidas. Ganancias y pérdidas, son las dos caras de la misma moneda, son inseparables. El empresario actúa tratando de obtener ganancias y evitar las pérdidas aunque no siempre lo logra. Si el empresario se equivoca a la hora de hacer su cálculo económico y no logra vender a los precios que esperaba vender ni en las cantidades que calculaba inicialmente sino que menos, entonces es posible que no cubra los costos en los que incurrió y obtenga pérdidas.

Si la empresa es exitosa entonces sus ingresos servirán primero para pagar todos sus recursos, entre los que se encuentra el trabajo humano, pero también el de las máquinas, se pagará a los proveedores de las materias primas y servicios que se utilicen como electricidad y otros, se pagarán los intereses por el capital obtenido a través de préstamos y, del remanente, se pagarán los impuestos respectivos que estén en conformidad con las leyes vigentes en el país. Lo que sobra es la ganancia que corresponde a los capitalistas que metieron su capital a riesgo. Si la empresa era exitosa, obtendría las ganancias mediante dividendos, pero si ocurrían pérdidas estaban dispuestos a perder su capital.

Mientras más empresas obtengan ganancias, mejor estaremos en el país. Las ganancias permiten que las empresas puedan crecer, puedan generar empleos permanentes y adquirir productos y servicios de otras empresas, puedan pagar impuestos para que el Gobierno que esté de turno pueda llevar a cabo su misión básica de seguridad y justicia y que los accionistas puedan decidir reinvertir. Los accionistas suelen tomar la decisión de reinvertir precisamente en empresas exitosas y no en las que obtienen pérdidas.

Si bien una empresa está compuesta por trabajadores, capitalistas y empresarios, sin éstos últimos no habría ideas creativas que empujaran a la creación de éstas. El empresario es el catalizador en todo este proceso de creación de empresas y por ello deberíamos tener muchos más empresarios en este país. Deberíamos levantar un monumento a aquellos empresarios que han logrado empresas exitosas, pero además, no descartar a aquellos que ya arriesgaron y tuvieron fracasos, porque ellos han adquirido una experiencia muy valiosa para seguir con proyectos en los que han aprendido cosas que no se deben repetir.

En 1973, el profesor Israel Kirzner definió al empresario como aquella persona que está lo suficientemente alerta para detectar oportunidades hasta entonces no descubiertas, y dispuestos a aprovecharlas para obtener la recompensa. Este es el empresario que necesitamos, el que descubre y crea riqueza para él y para todos.

En Guatemala necesitamos urgentemente más empresarios y empresas que tengan ganancias. Nuestra actitud hacia ellos debe ser de bienvenida y admiración. Esto permitirá que logremos un mayor crecimiento económico y mejorar el nivel de vida de todos los guatemaltecos.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 18 de agosto 2011.