La prohibición de las drogas


Ramón Parellada

De un tiempo para acá veo un incremento brutal de la violencia debido a la prohibición de la producción, distribución, venta y consumo de drogas. La única solución para acabar de tajo con esa violencia es la discriminalización de las mismas, así como eliminar cualquier prohibición para que cualquier actividad, desde su producción hasta su consumo sea legal, como cualquier otra actividad humana.

Ahora bien, el que abogue por la discriminalización y legalización de toda la cadena productiva y de consumo de las drogas no quiere decir que considere las drogas como algo bueno para el ser humano ni tampoco que crea que quienes cometen actos violentos como el ocurrido recientemente en Petén donde se masacró cruelmente a campesinos y trabajadores de una finca no deban ser perseguidos, atrapados y llevados a la justicia.

Sin embargo, creo que nadie tiene derecho a prohibir a ninguna otra persona lo que quiera hacer con su vida (se puede persuadir pero no prohibir). Si esa persona quiere drogarse es su propia decisión y responsabilidad, al igual que si quiere terminar con su vida bebiendo insecticida o metiéndose un tiro.

Es su problema, siempre y cuando no afecte los derechos de los demás, es decir, no lesione derechos de terceros.

Y es aquí donde radica la fortaleza ética de la liberalización, despenalización y discriminalización del consumo de drogas.

Con la prohibición y, peor aún, con la penalización del consumo, uno no puede llevar a un drogadicto a un centro de rehabilitación sino que tendría que llevarlo a la cárcel, donde en vez de ayudarlo a salir de su hábito se volvería un experto en el mismo. Otra gran hipocresía de nuestra sociedad es que no queremos ver la realidad. Siempre tendremos gente que terminará consumiendo drogas. Algunos se volverán adictos. Lo mejor que podemos hacer es ayudarlos y no empeorarles su vida, además de seguir con campañas informativas y educativas explicando el daño que puede causar el consumo de drogas.

Con la prohibición dejamos de ser éticos y empeoramos el problema, porque causamos problemas que no estaban en nuestras intenciones, como el incremento extraordinario del precio y el control de la producción, distribución y venta de drogas por gente sin escrúpulos que no titubea en eliminar a quien se le ponga enfrente de la forma más violenta posible para mandar un mensaje de terror y evitar que sigan interfiriendo en su negocio. A esto sumémosle todo el dinero que compra jueces, policías, militares y ministros por todo el mundo.

Ahora bien, de nada sirve que se libere y legalice el consumo de drogas si la cadena productiva queda sujeta a prohibiciones.

O se libera todo o no se libera nada, pero no hay justificación para la prohibición. Pareciera que no hemos aprendido del experimento que ya vivió Estados Unidos de América cuando prohibió la producción, distribución y consumo de alcohol. Qué suerte tenemos de aprender de ese experimento documentado pues, ocurría lo mismo que está ocurriendo hoy en día, créalo o no, y se acabó al eliminar la prohibición. Los crímenes entre aquellos que querían controlar el negocio eran verdaderamente crueles y sanguinarios

Este tema levanta pasiones y no es fácil de analizar, porque la mayoría estamos de acuerdo en que el consumo de drogas es muy dañino para la salud, pero además porque rechazamos la violencia que asociamos con los cárteles de la droga.

Este es un año de elecciones en Guatemala y es necesario que nos fijemos en la postura de cada uno de los candidatos en relación con el tema. ¿Cuál es la suya?

Artículo publicado en el diario guatemala "Siglo 21", el día jueves 19 de mayo 2011.