Nazis de opereta

A todos los gilipollas les da por lo mismo. Resulta que Paris Hilton, en Saint Tropez, en una de sus habituales borracheras, se puso una gorra militar y saludó al estilo nazi. El príncipe Harry de Inglaterra, el más famoso bolinga militarista, también se lució en cierta ocasión con un disfraz de hijo de puta del Tercer Reich. ¡Criaturitas, se sienten muy transgresores ellos!
A veces me pregunto quienes son más patéticos, Paris Hilton y el Príncipe Harry o Rita Barberá y el Molto Honorable. En el caso de los primeros podríamos hablar de inmadurez de juventud, afición a empinar el codo y podredumbre de cuna: la una está podrida de millones y el otro de sangre azul... y millones.
Me parece más triste lo de la sujeta de la voz cazallera y el figurín imputado en una trama de corrupción, osea: la hombrona geniuda de las risotadas y el presuntísimo chorizo. No se disfrazan de nazis pero casi casi. Sus modales son chulescos y prepotentes, tanto como los de los nazis. Su sinvergonzonería ofende hasta a los del propio partido en el que militan, en el que abundan los caraduras como ellos pero un poco más discretos.
¿Se imaginan una cama redonda entre estos cuatro hijos de su madre?... Los virreyes de Valencia no pondrían ninguna objeción a unirse en la cama con los otros dos, siempre que hubiese beneficios... o regalitos caros, y tratándose de Paris y Harry no faltaría el money. Posiblemente apurarían, antes de follar y vestidos de nazis, unas cuantas botellas de buenos alcoholes.



- ¿Vamos a misa?
- No, que estoy mal de dinero.



"El Papa cobrará entrada a las misas que oficie en el Reino Unido" (Según que misas el precio de la entrada oscilará entre las veinte y las veinticinco libras)

Vaya, pues qué bien, los curitas tienen que actuar gratis y Ratzinger Superstar cobrando, que por algo es el representante de un dios ("Dios", el verdadero, ¡glub!...) en la Tierra.
El Vaticano dice que es una "contribución" y lo llama "pasaporte del peregrino"
Jesucristo nunca cobró cuando daba sus charlas, pero eran otros tiempos. ¡Uf, cuando entonces ni existía el Vaticano!