Así se escribe la Historia

Si algún día tengo nietos - aún soy muy joven a mis 26 abriles - les hablaré del gol de Iniesta en el Mundial de 2.010. También les diré que el mundo no se acabó en 2.012, aunque había quien lo deseaba con todo su corazón por creer más en los mayas que en los chicos de Del Bosque.
La Roja ha demostrado calidad e impetu competitivo a raudales. Los mayas sólo eran unos bocazas que se dedicaban a las profecías, una variante de las supersticiones.
Cada vez que oigo hablar a alguien de los mayas de los cojones, agarro un calentón mayúsculo.
¡Ni Cristobal Colón, ni Hernán Cortés, ni Don Juan de Austria, ni los visigodos...! ¡La Roja, hostias, La Roja!... ¡Siempre La Roja!

- A ver, Jesusín, el hito más importante de la Historia de España...
- Sí, Don Lutgardo, la victoria fulminante de La Roja - uséase: Selección Nacional de Fútbol Glorioso Español - sobre las hordas cobardes y marrulleras de los Paises Bajos.
- ¡Muy bien, Chusito!, sírvete un caramelo sin azúcar en premio a tu aplicación en los estudios.

La Roja somos todos, hijos mios. ¡Ni los mayas, ni los cartagineses, ni los isabelinos, ni los extraterrestres... ni las putas madres de todos ellos!
La Roja triunfó clamorosamente porque el Apostol Santiago se encarnó en Iniesta en el momento crucial del match.