¡A por ellos!

Está triunfando Rafa Nadal pero no se ven niños por la calle con raquetas. En los chinos no te venden raquetas ni vestuario de Nadal. No hay coches abanderados dando bocinazos ni familias enteras gritando "¡oé, oé, oé!" Ni petardos, cohetes, bombos, vuvucelas, carracas, pinturas guerreras...
También está Contador echándole una carrera a Armstrong en el Tour de Francia y a nadie se le ocurre decir "¡a por él, oé, oé, oé!"
La fiebre sólo es por el fútbol y por las fiestas locales con sus tradiciones salvajes, sus vírgenes y demás mamarrachadas religiosas. Hay una hooligan de los toros que se pone chaquetilla torera y falda de capote en bodas, bautizos y comuniones: la Infanta Doña Elena de Borbón, hija del monarca cazador y taurino y de la monarca reaccionaria entrevistada para libros ejemplarizantes. Lo de Doña Elena es un caso serio de psiquiatría. Lo otro es locura colectiva por La Roja, sentida devoción por la Virgen del Pichurrio y pasión tradicional por apalear, quemar o clavar dardos a toros y vaquillas.
Somos más civilizados si nos limitamos a hacer el chorra con camisetas rojas, banderas y cornetas, dejando tranquilos a los toros y no haciendo el ridículo en procesiones y otros saraos folklórico-religiosos.
Vamos a ver qué pasa esta vez con los sanfermines, ¿habrá sólo heridos graves o también muertos?...
Los valientes corren delante y los toros gritan "¡a por ellos, oé!", que es como decir "¡muuu...!"